Trastornos del neurodesarrollo son un conjunto de condiciones que se originan en la infancia temprana y que afectan funciones esenciales como el lenguaje, la atención, el aprendizaje, la socialización o las habilidades motoras. Estos trastornos no desaparecen por sí mismos, pero sí es posible reducir su impacto con diagnóstico temprano, intervenciones especializadas y el acompañamiento …
Trastornos del neurodesarrollo son un conjunto de condiciones que se originan en la infancia temprana y que afectan funciones esenciales como el lenguaje, la atención, el aprendizaje, la socialización o las habilidades motoras. Estos trastornos no desaparecen por sí mismos, pero sí es posible reducir su impacto con diagnóstico temprano, intervenciones especializadas y el acompañamiento familiar adecuado (American Psychiatric Association, 2013).
En muchos casos, los primeros signos aparecen de manera sutil: un retraso en el habla, dificultades para interactuar con otros niños o problemas para seguir rutinas sencillas. A menudo, los padres y educadores se preguntan si estas conductas forman parte de la variabilidad normal del desarrollo o si constituyen una señal de alerta que requiere atención profesional. La detección temprana es clave, ya que permite diseñar estrategias personalizadas para cada niño y así potenciar su desarrollo.
Este artículo ofrece una guía integral, basada en evidencia científica, para comprender qué significan los trastornos del neurodesarrollo, cuáles son los más comunes, cómo identificarlos en la vida cotidiana y qué apoyos resultan más efectivos para mejorar la calidad de vida de los niños y sus familias.
Qué significa trastorno del neurodesarrollo
Los trastornos del neurodesarrollo son una condición que surge durante los primeros años de vida como consecuencia de alteraciones en la maduración del sistema nervioso central. Estas condiciones afectan áreas clave del desarrollo, tales como la comunicación, la atención, la conducta y las habilidades cognitivas. Según el DSM-5 (American Psychiatric Association, 2013), los síntomas aparecen antes de que el niño empiece la escuela primaria y generan un impacto significativo en la vida diaria.
Señales generales que deben llamar la atención
Algunos signos no deben ser pasados por alto:
- Lenguaje: ausencia de palabras a los dos años, frases muy limitadas a los tres, o dificultades para comprender instrucciones sencillas.
- Interacción social: escaso contacto visual, poco interés en jugar con otros niños, o preferencia por el aislamiento.
- Conducta: movimientos repetitivos como aleteo de manos, fijación en objetos inusuales o gran resistencia a cambios de rutina.
- Motricidad: torpeza al correr, dificultad para subir escaleras o problemas para manipular objetos pequeños como botones o lápices.
Estas manifestaciones, si persisten, pueden ser indicadores tempranos de un trastorno del neurodesarrollo y requieren valoración clínica.
Trastornos del neurodesarrollo en el DSM V
El DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, quinta edición) agrupa a los trastornos del neurodesarrollo en seis grandes categorías. Esta clasificación, utilizada internacionalmente por psicólogos, psiquiatras y neurólogos, permite establecer diagnósticos claros y comparables entre distintos profesionales y contextos (American Psychiatric Association, 2013).
Principales categorías reconocidas
- Trastorno del espectro autista (TEA): afecta la comunicación social y se asocia a conductas e intereses restringidos. Algunos niños pueden presentar ausencia total de lenguaje, mientras que otros desarrollan un habla fluida pero con dificultades para comprender matices sociales.
- TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad): se manifiesta como dificultad para mantener la atención, impulsividad y exceso de actividad motora. Estos niños suelen ser descritos como “inquietos” o “distraídos”, lo que genera frustración tanto en el hogar como en la escuela (Barkley, 2014).
- Discapacidad intelectual: implica limitaciones en el funcionamiento intelectual y en la conducta adaptativa, afectando la autonomía en actividades básicas como vestirse, comer o desplazarse.
- Trastornos específicos del aprendizaje: incluyen dificultades persistentes en la lectura (dislexia), en las matemáticas (discalculia) y en la escritura (disortografía), pese a contar con enseñanza convencional y apoyo académico (Bishop, 2017).
- Trastornos de la comunicación: como el trastorno del lenguaje o de la fluidez, que repercuten en la capacidad de expresar ideas y comprender mensajes.
- Trastornos motores: abarcan problemas como dispraxia, tics o movimientos anormales que afectan la coordinación y la motricidad fina.
Conocer esta clasificación es fundamental para comprender la diversidad de diagnósticos y la importancia de un abordaje individualizado.
Cuáles son los trastornos del neurodesarrollo más frecuentes
Aunque todos los trastornos del neurodesarrollo requieren atención, algunos presentan mayor prevalencia y suelen detectarse durante la etapa escolar.
Trastorno del espectro autista (TEA)
El TEA se caracteriza por dificultades en la interacción social y patrones repetitivos de conducta. Según la OMS (2022), 1 de cada 100 niños en el mundo vive con este diagnóstico. Entre las señales más comunes que los padres pueden observar se encuentran: evitar mirar a los ojos, no responder al nombre, mostrar apego excesivo a rutinas y reaccionar con ansiedad ante cambios mínimos en el entorno.
Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)
El TDAH afecta aproximadamente al 5% de los niños (Barkley, 2014). Sus manifestaciones incluyen incapacidad para mantener la atención, dificultad para terminar tareas, impulsividad y actividad motora excesiva. Estos niños suelen recibir frecuentes llamados de atención en la escuela y comentarios de frustración en el hogar, lo que afecta su autoestima si no se detecta y acompaña a tiempo.
Trastornos del aprendizaje
Los trastornos específicos del aprendizaje afectan entre un 5% y un 15% de los estudiantes (Bishop, 2017). La dislexia, por ejemplo, no se debe a falta de esfuerzo ni de inteligencia, sino a diferencias en el procesamiento cerebral de la información escrita. El diagnóstico temprano evita que los niños sean injustamente catalogados como “flojos” o “desinteresados”.
Señales de alerta: cómo identificarlas en casa y en la escuela
El hogar y la escuela son los espacios donde los padres y docentes pueden identificar tempranamente conductas que sugieran un trastorno del neurodesarrollo.
En el hogar
Los padres deben estar atentos a hitos del desarrollo que no se cumplen: ausencia de lenguaje, juegos repetitivos, rechazo al contacto físico o interés restringido en objetos. También son señales importantes las crisis intensas frente a cambios en la rutina o la dificultad para adaptarse a nuevas situaciones cotidianas.
En la escuela
Los docentes suelen ser quienes detectan los primeros signos, ya que comparan el desempeño del niño con el de sus compañeros. Señales típicas son: dificultades persistentes para aprender a leer, incapacidad para mantener la atención en clase, aislamiento social o conflictos frecuentes con otros niños.
En ambos contextos, lo crucial es que la persistencia y la intensidad de las conductas sean consideradas como señales de alerta que justifican una evaluación profesional.
Cómo apoyar a tu hijo con trastornos del neurodesarrollo
El apoyo familiar y profesional es determinante en el pronóstico de los niños con estas condiciones.
Intervenciones en casa
- Establecer rutinas predecibles que den seguridad al niño.
- Utilizar apoyos visuales como calendarios, pictogramas o tarjetas para anticipar actividades.
- Fomentar la comunicación, incluso si no es verbal, mediante gestos, imágenes o dispositivos de apoyo.
- Reforzar cada logro, por pequeño que sea, con elogios y reconocimiento positivo.
Apoyos profesionales
- Terapia ocupacional: mejora la coordinación motora y las habilidades de autonomía.
- Fonoaudiología: estimula la comprensión y expresión del lenguaje.
- Psicoterapia cognitivo-conductual: enseña a manejar la frustración, la impulsividad y la ansiedad.
- Planes de apoyo escolar: las adaptaciones curriculares permiten que los niños aprendan a su ritmo y se sientan incluidos en la clase (Heckman, 2011).
El trabajo coordinado entre familia, escuela y profesionales multiplica la efectividad de las intervenciones.
Impacto en la familia y la importancia del acompañamiento
Recibir un diagnóstico de trastorno del neurodesarrollo suele generar un fuerte impacto emocional en los padres. Es común que aparezcan sentimientos de culpa, tristeza o incertidumbre sobre el futuro. Sin embargo, estudios demuestran que las familias que acceden a programas de apoyo psicológico y redes de acompañamiento reducen significativamente el estrés y mejoran la calidad de vida tanto del niño como de los cuidadores (Johnson & Gliga, 2018).
Además, el entorno familiar cumple un papel central en el desarrollo de la autoestima del niño. Un clima de aceptación, apoyo y expectativas realistas permite que los pequeños crezcan sintiéndose valorados y capaces, más allá de sus dificultades.
Es por ello, que los trastornos del neurodesarrollo constituyen un desafío tanto para las familias como para las instituciones educativas y sanitarias. La detección temprana de las señales de alerta y la implementación de apoyos basados en evidencia son determinantes para favorecer el desarrollo de los niños. Aunque son condiciones crónicas, los estudios muestran que con acompañamiento interdisciplinario y un entorno familiar favorable es posible mejorar significativamente la calidad de vida y promover la inclusión plena (Thapar et al., 2017; OMS, 2022).
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Preguntas frecuentes sobre los trastornos del neurodesarrollo
¿Los trastornos del neurodesarrollo desaparecen con el tiempo?
No desaparecen de manera natural, pero con un diagnóstico temprano y apoyos profesionales los niños pueden mejorar su autonomía y sus capacidades (Thapar et al., 2017).
¿Qué diferencia hay entre un retraso madurativo y un trastorno del neurodesarrollo?
El retraso madurativo puede ser transitorio y resolverse con el tiempo, mientras que los trastornos del neurodesarrollo son persistentes y requieren intervención clínica (American Psychiatric Association, 2013).
¿Cuándo debo consultar a un especialista?
Si el niño presenta retrasos persistentes en el lenguaje, dificultades de aprendizaje, problemas de interacción social o conductas que interfieran en la vida diaria, se recomienda acudir a un especialista en salud infantil (OMS, 2022).
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